lunes, 7 de febrero de 2011

VIDAS DESPUÉS DEL CÁNCER IV

«Es importante dejarse ayudar»

María Isabel Bandera Villanueva l 51 años l Joyera retirada l Superviviente de cáncer de laringe l Filosofía: «En la vida real no hay superhéroes ni superheroínas» l Consejo: «Pensar en positivo»

Diario de León - 06/02/2011 Marco Romero
María Isabel es la única mujer de los veinte integrantes del coro de laringeztomizados de León, con
ramiro

Para comprender el ejemplar caso de María Isabel Bandera Villanueva sólo es necesario hacer un pequeño ejercicio imaginativo: ponerse en el lugar de alguien que pierde el habla a los 49 años como consecuencia de un cáncer de laringe. El mundo se te puede venir encima. Paradojas de la vida, dos años después esa misma persona no sólo ha recuperado la palabra, sino que canta en un coro, algo que jamás hubiera imaginado. «Hay que tener un par, pero se aprende a hablar y a vivir», musita con su sempiterna sonrisa. Su caso viene a representar un fenómeno presente, como es el representantivo aumento de este tipo de cáncer entre las mujeres. Hace 20 años, cuando nació la Asociación de Laringeztomizados de León -"la efeméride se cumplió el pasado día 1-", el libro de registro sólo incluía una mujer, mientras que ahora se suma de media una afectada cada mes.
«El 13 de febrero cumplo dos años; además, que lo celebro». Fue la fecha de su intervención y uno de los peores momentos de su vida. No sólo por el diagnóstico, sino porque el día que el médico le informaba de su estado enterraba a su padre y se cumplían dos meses de una operación de cáncer a su hermano. «Fue un momento horrible, pero son cosas que te pone la vida». Con tiempo, se lo fue tomando mejor. «Yo quería salvar la vida, lo de hablar ya vendría después. Y pensándolo con el tiempo, creo que lo más importante es dejarse ayudar; porque no todo el mundo se deja». Esa ayuda le parece especialmente importante en el proceso de rehabilitación. «No te agarras a nada porque estás bloqueada, no lo has asimilado. Y realmente te das cuenta de que tienes que tirar para adelante cuando sales a la calle y te tienes que enfrentar por primera vez a todo». Curiosamente, confiesa que el mayor sustento emocional en aquel momento fue la pareja de su hijo. Con nadie, excepto con ella, ha echado una lágrima. «En la vida real no hay superhérores ni superheroínas».
María Isabel regentaba con su marido una conocida joyería de la capital, pero las secuelas de la intervención limitan ahora sus actividades. De momento, tiene reconocida una minusvalía del 55%. Así que su ilusión era aprender a hablar. En esta fase se pone en contacto con los integrantes del colectivo de laringeztomizados de León (Juan XIII, 6) y acudió a su sede para recibir clases y, sobre todo, un apoyo moral que considera impagable. En muy pocos meses aprendió a hablar, a respirar, a vocalizar. Y a cantar. «El coro me ha dado la vida. Nunca pensé en subirme a un escenario o en grabar un CD, ni tampoco en hacer ejercicio y resulta que ahora hago pilates, yoga y todo lo que sea necesario». La primera palabra que pronunció fue «plato».

Empezar. Recuerda que, antes de haber superad o el cáncer, salía de casa a las siete de la mañana para trabajar y volvía a las diez de la noche. «¡Todo lo que me he perdido!», lamenta. «Así que hay que buscarle lo bueno a esto», dice, reconfortándose enseguida. María Isabel visitó más ciudades el año pasado como integrante del coro de laringeztomizados que cualquier otro de su vida anterior. «Cuatro veces a Alicante, Palma de Mallorca, Cáceres, Tenerife... Y las que quedan», advierte a quien la escuche. Cree con acierto, en ese horizonte que da los años, que lo que más le ha ayudado en esta parte del proceso es «pensar en positivo y buscar lo bueno de las cosas. ¿Lo malo para qué lo quieres? Si estando bien no te beneficia, estando mal, mucho menos». También se ha involucrado en los demás. Acude todos los días a la asociación y ahora es monitora, enseñando a otros a dar los primeros pasos para recuperarse. «El problema de mucha gente es que no lo admiten, pero no te puedes esconder; hay que seguir con tu vida y centrar la cabeza porque esto no es fácil, hay que decirlo». María Isabel tiene dos hijos y una nieta muy pequeña que fue la primera en entenderla. «Solo vocalizaba y la niña ya me entendía. Ahora, aunque aún es pequeña para que lo comprenda, sabe que algo pasa porque me repite mucho -˜abuela te quiero mucho-™».

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